La Travesía del Viajero del Alba forma parte de una colección de siete libros que, bajo la designación de Las Crónicas de Narnia, Lewis escribió a mitad del siglo pasado.

Acaba de estrenarse en nuestros cines la película La Travesía del Viajero del Alba. Es la nueva adaptación cinematográfica de un libro con ese mismo título escrito por el conocido autor C.S. Lewis. El británico C.S. Lewis (Belfast, Irlanda del Norte, 1898 – Oxford, Inglaterra,1963) es uno de los mejores escritores del siglo XX. Su conversión al cristianismo en 1931 le transformó en un activo defensor de la fe cristiana. Lewis mismo relata su viaje al cristianismo protestante en uno de sus libros más fascinantes Cautivado por la Alegría. Este libro es una especie de autobiografía espiritual. En la misma, Lewis describe el asombroso peregrinaje espiritual que le llevó desde el ateísmo al cristianismo, pasando entre medias por el ocultismo, el idealismo, el panteísmo y el teísmo. Por medio de sus escritos y conferencias Lewis impactó a muchas personas en su propia generación y época. Lo curioso es que, lejos de disminuir, su influencia ha seguido creciendo hasta nuestros días, de tal manera que sus escritos hoy continúan tocando las vidas de muchos. Uno de los últimos de los que he leído es Francis S. Collins, el famoso Director del Instituto Nacional para la Investigación del Genoma Humano, premio Príncipe de Asturias 2001. En estos momentos es el director de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU, cargo para el que fue nombrado por el presidente Barack Obama. Collins se convirtió al cristianismo evangélico leyendo el libro más famoso de C.S. Lewis, Mero Cristianismo. El testimonio de Collins así como su posición científica se encuentra en su libro ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe. Pero no son solo los libros de C.S. Lewis los que siguen impactando al público. El cine también participa de esa creciente presencia pública del pensamiento de Lewis en nuestros días. Así, parte de su vida ha sido llevada a las pantallas en la exitosa película de Sir Richard Attenborough Shadowlands (Tierras de Penumbra) donde un genial Anthony Hopkins borda el papel de Lewis en uno de los momentos más dolorosos de su vida, la pérdida de su esposa Joy, excelentemente interpretada también por Debra Winger.

Es precisamente la adaptación al cine de algunas de las obras de ficción de Lewis, lo que ha hecho que su nombre no deje de conocerse por una nueva generación ya en pleno siglo XXI. La Travesía del Viajero del Alba forma parte de una colección de siete libros que, bajo la designación de Las Crónicas de Narnia, Lewis escribió a mitad del siglo pasado. Los libros, o algunos de ellos, han sido adaptados para el teatro, la radio, la televisión y el cine. Las más recientes son las realizadas por Disney, El León, la Bruja y el Armario (2005) y El Príncipe Caspian (2008) La última de ellas, La Travesía del Viajero del Alba, ahora con Fox acaba de estrenarse en nuestros cines. Esta nueva cinta ha sido dirigida por un nuevo director, Michael Apted. Este realizador está detrás de la película Amazing Grace que cuenta la emocionante historia de la abolición de la esclavitud y la participación en la misma del político evangélico William Wilberforce. Quien sí ha seguido envuelto en este proyecto es el hijo adoptivo de C.S. Lewis, un cristiano evangélico llamado Douglas Gresham. En La Travesía del Viajero del Alba, que es la tercera de la serie, se retoman las aventuras en Narnia (un mundo fantástico inventado por Lewis y paralelo al nuestro pero con una escala de tiempo diferente) por parte de dos de los niños Pevensie que habían aparecido en las anteriores entregas, Lucy y Edmund. En La Travesía del Viajero del Alba Lucy, Edmund junto con su primo Eustace vuelven a encontrarse con el Príncipe Caspian y el ratón parlante Reepicheep. Juntos vivirán emocionantes aventuras que les llevaran en un peligroso viaje hasta el fin del mundo el país del león Aslan, la figura central de las Crónicas de Narnia.

La Travesía del Viajero del Alba parece ser, de entrada, un reflejo de los cuentos de hadas que Lewis escuchó en su infancia de labios de su niñera Lizzie Endicott. Estos eran relatos del folclore irlandés entre los que se encontraban, por ejemplo, La Isla de Mell Moy o El viaje de Bran a la Isla de los Bienaventurados. Es, por supuesto, un homenaje a uno de los libros que Lewis estudió con más asiduidad, La Odisea de Homero. De hecho existe una referencia directa a Ulises cuando, por fidelidad a Caspian, sus propios súbditos hablan de atarle como se hizo con Ulises para que no fuera atraído por el canto de las sirenas. También parece responder a lecturas como El Dragón Perezoso, de Kenneth Grahame y Las historias de Dragones, de Edit Nesbit. Aunque ha existido un intenso debate, sobre todo en webs norteamericanas, sobre si la película refleja o no fielmente al libro, lo cierto es que, en mi opinión, no se aparta mucho del mismo en sus rasgos esenciales (siempre será aconsejable leer los libros primero antes de ver las películas en los que estos se basan) si toca los temas fundamentales del mismo. Nunca debemos olvidar, sin embargo, que estos libros son principalmente historias con las que disfrutar. Aun así, y como el mismo Lewis confesaría, estas historias transmiten muy bien la excelencia de la fe cristiana despojándola, usando términos y expresiones de Lewis, del raído ropaje de las velas y el incienso que lo ocultan y desfiguran.

También se ha debatido sobre el tema o los temas que adquieren mayor prominencia en la cinta. Es cierto que el asunto de la tentación está muy presente tanto en la cinta como en el libro. Aun así, en mi opinión, C.S. Lewis, sin olvidar el tema de la tentación, busca poner el acento en el tema de la conversión cristiana y sus evidencias. La conversión aparece por medio de un nuevo personaje que se introduce en esta tercera entrega: un niño llamado Eustace. Que este va a ser uno de los temas centrales de la trama de La Travesía del Viajero del Alba aparece con claridad desde el mismo comienzo del libro: “Había una vez un chico llamado Eustace Clarence Scrubb, y casi se merecía tal nombre. Sus padres lo llamaban Eustace Clarence y los profesores, Scrubb. No puedo decirte como se dirigían a él sus amigos porque no tenía”. Eustace es un primo repelente y malcriado de Lucy y Edmund que acaba también en un barco llamado El Viajero del Alba. En una isla Eustace se convertirá en un dragón, algo que para Lewis refleja perfectamente una forma de vida centrada en uno mismo, lo que lo hace odioso, antipático y avaro. Los dragones, en la literatura popular, son notorios por su avaricia, algo que Eustace, sugiere Lewis, no conocía porque no había leído los libros adecuados. Como dice Lewis: “cuando te duermes sobre el tesoro de un dragón con codiciosos pensamientos draconianos, te acabas convirtiendo en uno de ellos”. Un brazalete, particularmente valioso que se había puesto antes de volverse dragón, le produce un dolor intenso a Eustace ahora que su brazo no es el de un niño. Esto será un recuerdo constante de que el poder y las riquezas no pueden proporcionarnos la verdadera felicidad. Eustace tratará, infructuosamente, de quitarse esa piel de dragón. Al final solo Aslan puede devolverle su apariencia humana, arrancándole su envoltura y, por ende, su alma de dragón. Esta liberación por parte de Aslan, que apunta a Jesucristo, nos conduce a la doctrina fundamental de la fe cristiana: solo Dios puede salvarnos en Cristo y hacernos una nueva criatura en Cristo. Como dice Pedro en Hechos de los Apóstoles 4:12: “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Y es que solo Jesús en la cruz, muriendo por nuestros pecados, puede librarnos de la esclavitud del pecado. Como dice Pablo de Cristo en la 2ª Epístola a los Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. Como dice el mismo Señor Jesús: “De cierto, de cierto os digo que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado… Así que, si el Hijo os libertare, (el mismo Jesús) seréis verdaderamente libres” (Evangelio de Juan 8:34, 36).

Al mismo tiempo, Lewis explora en La Travesía del Viajero del Alba el tema de las evidencias de la conversión cristiana. Este tema aparece ilustrado por el cambio experimentado por Eustace y que todos los demás aprecian. En el caso de Eustace, el cambio aparece en el abandono del constante, exclusivo y asfixiante interés en sí mismo (la esencia del infierno según Lewis) por una gradual vuelta hacia los demás. Lo que la Biblia denomina el amor ágape, el amor que da y se entrega y que caracteriza a Dios mismo. El inconcebible amor, por divino, que está detrás de la venida de Jesucristo al mundo (Evangelio de Juan 3:16 y 1ª Epístola de Juan 3:16). De hecho La Travesía del Viajero del Alba concluye igualmente reflexionando sobre el cambio experimentado por Eustace: “la gente no tardó en comentar lo mucho que había mejorado Eustace, y como es increíble que se trate del mismo muchacho, todos lo decían excepto la tía Alberta, que declaró que se había vuelto muy vulgar y pesado, y que sin duda se debía a la influencia de aquellos niños Pevensie”. Pero el resto de los personajes dan también muestras de su conversión cristiana en esta nueva aventura narniana, o lo que es lo mismo, de su conversión a Aslan. Lucy ha sido siempre la más receptiva a Aslan. Así se nos vuelve a presentar en esta ocasión acompañada también por Edmund en sus sentimientos de amor por Aslan. Su aprecio por Narnia es en realidad un aprecio por el Rey de Narnia. Lucy ama a Aslan y aprecia todo lo que representa Narnia en y por Aslan. Por eso, cuando Aslan anuncia que ni Edmund ni Lucy regresarán jamás a Narnia, Lucy lo lamenta, no por Narnia sino por Aslan mismo:

–“No se trata de Narnia, ¿sabes? –sollozó Lucy, –se trata de ti. No te veremos allí. Y ¿cómo podremos vivir sin volver a verte?
–Pero me veréis, querida mía –respondió Aslan.
–¿Estás… estás también allí, Señor? –preguntó Edmund.
–Lo estoy –respondió el león, –pero allí tengo otro nombre. Tenéis que aprender a conocerme por ese nombre. Éste fue el motivo por el que se os trajo a Narnia, para que al conocerme aquí durante un tiempo, me pudierais reconocer mejor allí”.
Esta secuencia refleja el verdadero carácter cristiano que no sigue a Jesús por sus bienes, sino por lo que Él es, pues el verdadero bien, el mejor de todos, es Dios mismo. Como dice un conocido himno cristiano:

Innumerables son
tus bienes y sin par,
que por tu compasión
recibo sin cesar.
En tu mansión yo te veré
y galardón feliz tendré.

Tu eres, !oh Señor!
Mi sumo, todo bien;
mil lenguas tu amor
cantando siempre estén.
En tu mansión yo te veré
y galardón feliz tendré.

Al mismo tiempo, Lewis indica palpablemente que por medio de la figura de Aslan se nos está enseñando a buscar a Jesús mismo. Reepicheep muestra un vigoroso anhelo por el país de Aslan. Así, cuando se está hablando de seguir hasta los confines del principio del fin del mundo, Reepicheep dice lo siguiente: “He hecho mis propios planes. Mientras pueda, navegaré al este en el Viajero del Alba. Cuando la nave me falle, remaré al este en mi barquilla. Cuando esta se hunda, nadaré al este con mis patas; y cuando ya no pueda nadar más, si no he llegado al país de Aslan o he sido arrastrado por encima del borde del mundo por una catarata enorme, me hundiré con el hocico dirigido a la salida del sol”. Su amor por el país de Aslan identifica también otra señal de conversión: el anhelo por el otro mundo (Epístola a los Hebreos 11:13-16), un mundo en el que mora la justicia (2ª Epístola de Pedro 3:13). Un anhelo que hace que los que lo poseen sean a su vez los más útiles en este mundo. Los más entregados a los demás en este mundo son los que más piensan en el otro; eternizan o glorifican, si así lo puedo decir, con su comportamiento este mundo nuestro. Así, Reepicheep es el más valiente, osado, audaz y cortés de los súbditos de Aslan. Es también el más fiel y leal servidor. Es el personaje, curiosamente con el que más se identificaba el mismo C.S. Lewis.

Finalmente, las evidencias de poseer la verdadera fe cristiana aparecen en la victoria sobre la tentación. Es verdad que en ocasiones el cristiano cede y cae. Pero también es verdad que existe victoria en Cristo frente a las mismas. Las tentaciones aparecen con asiduidad en esta obra. En el caso de Edmund y Caspian son el afán de poder y dominio. En el caso de Lucy es la seducción de la belleza. El amor a las riquezas es el caso de Eustace. En todos los casos es Aslan el que ayuda a los suyos a vencer las tentaciones que surgen en su camino. Estamos, pues, ante un magnífico libro y una preciosa película. Tenemos aquí todos los ingredientes necesarios para pasar un buen rato. Pero sobre todo, tenemos aquí una de las reflexiones más claras y sinceras de la verdadera fe cristiana: la conversión a Cristo como el eje de toda experiencia espiritual verdadera y vital. Pero también de sus evidencias más claras: amor a Cristo, amor al prójimo, anhelo del cielo y, por ello, utilidad en este mundo y victoria sobre la tentación, y todo sobre la base de la confianza en Cristo.

Artículo escrito por José Moreno Berrocal y publicado originalmente en esta página web el viernes 11 de marzo de 2011.