Podemos recordar a Usoz y Calderón como luchadores por la libertad y sentirnos orgullosos de su trayectoria. Esas cenizas antes aludidas siguen hoy dando su fruto.

Recientemente (a finales del pasado mes de octubre) se celebraba en la Universidad Complutense de Madrid el V Congreso sobre Reforma Protestante Española. Este congreso está representando una contribución excepcional a la recuperación de la memoria histórica del protestantismo español. En esta ocasión estuvo dedicado a la figura del filólogo y filántropo español Luis de Usoz y Río: Luis de Usoz y Río: Persona y Circunstancias. El Congreso fue precedido por una mesa redonda en la Biblioteca Nacional de España donde se conserva la inmensa biblioteca personal de Usoz, que consta de 12.000 volúmenes aproximadamente, donada por su viuda María Sandalia de Acebal en 1874, siete años después de la muerte de Usoz, hace ahora justamente 150 años.

Me resulta siempre entrañable regresar a mi antigua universidad. Hay siempre un poso de nostalgia al volver a un lugar tan familiar y, ya también, un poco lejano en el tiempo. Visitaba de nuevo la Complutense para asistir a este congreso y poder también participar en el mismo con una contribución desde nuestra tierra manchega y alcazareña. Se trata de la relación de colaboración y amistad entre Luis Usoz y Río y nuestro querido Juan Calderón Espadero. El hebraísta, articulista, poeta, ateneísta y editor Luis Usoz y Río (Chuquisaca, actual Bolivia, 1805 – Madrid, 1865) es una figura fundamental en la recuperación de los escritos de lo que se vino a conocer como la colección de los Reformistas Antiguos Españoles, labor a la que dedicó los últimos 25 años de su vida. Esta colección de libros, (Usoz llegó a editar 20 títulos) contiene obras de protestantes españoles como Juan de Valdés, Constantino Ponce de la Fuente, Cipriano de Valera, Juan Pérez de Pineda o Antonio del Corro, por citar a algunos autores. Estas obras estuvieron prohibidas y fueron quemadas en España durante siglos, ¡algunas de ellas estuvieron prohibidas incluso hasta 1966! Los pocos ejemplares que se salvaron de la furia y locura inquisitorial estaban perdidos y dispersos por innumerables bibliotecas europeas.

En esa labor de recuperación de estos textos es donde Usoz encontró un colaborador excepcional en la persona de nuestro paisano Juan Calderón Espadero. Aunque más conocido entre nosotros, no viene mal recordar brevemente su biografía. El filólogo y helenista Juan Calderón Espadero (Villafranca de los Caballeros, 1791 – Londres, 1854) fue un sacerdote católico romano convertido a la fe evangélica en Bayona (Francia) en 1825, donde se encontraba exiliado por motivos políticos. Su madre era de Alcázar de San Juan y su padre fue médico en nuestra ciudad. Calderón comparte con Usoz el amor por los escritores clásicos españoles de los siglos XVI y XVII, especialmente por Juan de Valdés y, en particular, por el más grande de todos ellos, nuestro hijo predilecto, Miguel de Cervantes Saavedra. Para Ángel Romera Valero, autor de la edición crítica de la Autobiografía de Juan Calderón y de su comentario al Quijote, Cervantes Vindicado, (ambas obras publicadas por nuestro Ayuntamiento) es nuestro Calderón “la primera figura que abre verdaderamente el cervantismo en la misma patria de Don Quijote”.

Esta colaboración se sostuvo por la extraordinaria competencia lingüística de Juan Calderón para esta empresa, algo que solo una persona tan exigente y literariamente competente como Usoz podía apreciar en toda su plenitud. Esta labor consistió en copiar los manuscritos que de los reformadores españoles se encontraban en la Biblioteca del Museo Británico de Londres. Estos libros copiados formarían, posteriormente, parte de la colección de los Reformistas Antiguos Españoles que editó Usoz; libros que se tuvieron que editar con muchas precauciones y cautelas por la falta de libertades que había entonces en España. Por su parte, Usoz pagó generosamente a Calderón por su trabajo y, a la muerte de este en 1854, se encargó de editar su Autobiografía y su Cervantes Vindicado para entregar todos los ejemplares gratuitamente a la viuda de Calderón, Marguerite, para que, por medio de la venta de los mismos, ésta pudiera tener más recursos económicos. Podemos apreciar aquí la generosidad de Usoz para el que llegó a considerar, en palabras de la profesora Mar Vilar, "su experto preferido".

Interesante es también apreciar las motivaciones que animaron a Usoz y Calderón a esta empresa. Ambos eran auténticos amantes de la libertad en todos los ámbitos: de conciencia, religiosa, de reunión, de prensa… Se identificaban perfectamente con las palabras de nuestro Quijote: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida". La recuperación de los escritos de los reformistas españoles era la recuperación de la memoria de los que habían luchado por la libertad en el pasado. Mucha de esta memoria es, en el caso de los protestantes españoles y en palabras de la novelista Eva Díaz Pérez, una "memoria de cenizas". En este sentido, resulta significativo que en la portada del primer volumen que encabeza la colección de los Reformistas Antiguos Españoles, el Carrascón, Usoz insertara estas palabras: “para bien de España”. Lo mejor que le podría pasar a España, sostenían nuestros autores, es que tuviéramos libertad. España gemía entonces bajo un régimen de intolerancia religiosa. Incluso los llamados liberales de la época fueron inconsistentes al apoyar la esclavitud en América. De hecho, la Constitución de Cádiz no contemplaba ninguna medida contra la misma. La lucha contra la esclavitud distinguió también a Usoz. Recordemos, igualmente, como Calderón murió como un exiliado en Londres.

Hoy, con nuestras recuperadas libertades, todos sabemos que Usoz y Calderón tenían razón. Hemos respirado el aire de la libertad y es el más puro que hay. Lo mejor de nuestra Historia, como nación, lo hemos vivido al amparo de la Constitución de 1978 que, bajo el imperio de la Ley, garantiza nuestras libertades democráticas. Ahora podemos recordar a Usoz y Calderón como luchadores por la libertad y sentirnos orgullosos de su trayectoria. Esas cenizas antes aludidas siguen hoy dando su fruto. Se reconoce a Usoz en la Universidad y en la Biblioteca Nacional de España. Y, además, la labor que dejaron inacabada se concluye gracias a CIMPE (Centro de Investigación y Memoria del Protestantismo Español) en pleno siglo XXI, con la publicación de todas las obras de los reformadores españoles, algunas de ellas por primera vez en nuestro idioma. Aparecen ya sin miedo a que sean incautadas. Esperemos que también, en estos días de libertad, no haya nadie que tema leerlas.

Artículo escrito por José Moreno Berrocal y publicado originalmente en esta página web el martes 17 de noviembre de 2015.