El Hobbit es un cuento que pertenece a un género literario conocido como literatura fantástica. El Hobbit nos cuenta la historia de unos seres creados por Tolkien llamados hobbits ---

Creo que somos muchos los que estábamos aguardando con mucha ilusión el estreno de la última película del Peter Jackson, El Hobbit: Un viaje inesperado. Había disfrutado tanto con las películas anteriores sobre la saga de El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo, Las Dos Torres y El Retorno del Rey, que estaba seguro de que esta película sobre El Hobbit no me dejaría indiferente tampoco. Es verdad que, comparada con las anteriores, es, sin duda alguna, inferior. También es cierto que este cuento de El Hobbit se presentará en tres películas y que, por ello, solo podremos valorarlas de verdad al final. Pero en cualquier caso, esta película me recordó un período feliz de mi vida, cuando mis hijas eran pequeñas y les leía cuentos. Entre otros recuerdo especialmente Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll y The Wind in The Willows, de Kenneth Grahame, con Mole, Ratty y Toad. Otro de esos cuentos fue El Hobbit, de J.R.R. Tolkien (1892-1973). Posteriormente pasamos a leer, ya cada uno por su cuenta, El Señor de los Anillos y juntos vimos las otras películas de Peter Jackson.


En mi caso, curiosamente, llegué a Tolkien por medio de C.S. Lewis, el autor de Las Crónicas de Narnia. Lewis profesaba una profunda admiración por Tolkien y su obra. De hecho, fue una conversación con Tolkien mismo y con Hugo Dyson, el 19 de septiembre de 1931, y que duró ¡hasta las cuatro de la mañana!, lo que puso a Lewis en un viaje de vuelta al cristianismo en el que había sido educado durante su infancia. Lewis fue también el primer lector de El Hobbit y aquél que animó a Tolkien a publicarlo. Se dice que, si no hubiera sido por Lewis, Tolkien nunca se habría atrevido a publicar este cuento. Parece que Tolkien lo escribió, originalmente, para entretener a sus propios hijos. El Hobbit es un cuento que pertenece a un género literario conocido como literatura fantástica. El Hobbit nos cuenta la historia de unos seres creados por Tolkien llamados hobbits, pequeños, pero no tanto como los habitantes de Liliput, con pelos en los pies, sigilosos, se pueden mover sin hacer ruido, y que viven en agujeros en la tierra, pero limpios y bien cuidados y abastecidos. Parece que el hobbit representa al inglés medio que Tolkien conoció en las trincheras de la 1ª Guerra Mundial. Está excelentemente escrito y es un auténtico placer el poder leerlo o releerlo, como aconsejaba Lewis. Muchos desechan este tipo de literatura, como si el hecho de ser, aparentemente, para niños la hiciera incompatible para los adultos, pero esto es un grave error. Como decía C.S. Lewis a Lucy Barfield, en las palabras introductorias a su famoso cuento El León, la Bruja y Armario que le dedicó: "algún día serás lo bastante mayor como para volver a leer cuentos de hadas”. Por medio de esta afirmación, Lewis quiere mostrar la relevancia de este género literario para todos. Recientemente veíamos en el ciclo de cine del Ateneo, hábilmente dirigido por Álvaro Tejero, un corto del japonés Osamu Tezuka, considerado el padre del “manga”, titulado Sirena. Tezuka insiste, igualmente, en la hostilidad y resistencia que despierta la fantasía en muchos. Es evidente que los cuentos de hadas deben, ante todo, divertirnos y entretenernos. Pero es que, además, nos hacen ver la auténtica realidad ¡de nuestro propio mundo! Esto lo hacen al presentarnos un mundo paralelo con claridad, sencillez y nítidos perfiles que hacen inconfundibles los grandes temas trascendentales que son, verdaderamente, los que también debemos afrontar en nuestro mundo, pero que queremos ignorar o evadir cuidadosamente. En particular, en la literatura de Tolkien hay un elemento central, a mi modo de ver: la realidad de un mundo esclavizado al poder corruptor del mal. Ese poder siniestro está representado en la obra de Tolkien por medio del anillo de poder. En esta obra de El Hobbit aparece en la codicia representada por Smaug, el avaricioso dragón. La codicia tienta a todos, incluidos los personajes más buenos del cuento, los enanos e, incluso, al mismo hobbit Bilbo Bolsón. Releyendo El Hobbit uno puede ver certeramente delineada también lo que todos ya sabemos sobre la actual crisis mundial, que no es otra cosa sino una pavorosa expresión de la codicia humana. Como dice el apóstol Pablo, “porque raíz de todos los males es el amor al dinero” (1ª Epístola a Timoteo 6:10).

Pero, concretamente, en cuanto a la película El Hobbit: Un viaje inesperado, la idea que se nos comunica es la de las sorpresas que puede depararnos la existencia. La vida puede traer maravillas insospechadas, ya que puede salir a nuestro encuentro lo inimaginable. Lo inesperado puede invadirnos y trastocar nuestra ansiada quietud. Bilbo Bolsón es un hobbit que lleva una vida tranquila y sin sobresaltos. Esa existencia callada y placentera se verá alterada por la venida de un mago llamado Gandalf y una serie de enanos que irrumpen en su vida y le acabarán dando otro sentido a su propia existencia. Bilbo emprenderá con los enanos un viaje inesperado. En su compañía correrá muchas aventuras raras y peligrosas. Pero siempre salen adelante pues reciben, en todo momento, una ayuda inopinada para completar su misión. Bilbo Bolsón ya no será el mismo después de esta aventura. Tolkien, aparentemente y a diferencia de Lewis, era más bien reticente a ver significados cristianos en su obra. Aún así, resulta evidente que su literatura puede ilustrar algunos temas de la fe cristiana. Por ejemplo, El Hobbit puede así aludir a la intervención de Dios en nuestras vidas: el encuentro con Dios. Muchos tenemos esa experiencia. No fuimos nosotros los que buscamos a Dios, sino que fue Dios mismo el que nos salió al encuentro. Esto es lo que la Biblia llama también la gracia de Dios. El hecho de que Dios no nos salva por merecerlo. Como dice el profeta Isaías 65:1 “Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí”. El testimonio de muchos de nosotros es el de haber sido encontrados por un Dios que nos mostró su gloria en Cristo y nos atrajo así eficazmente a Él. Y esto para llevar a cabo una misión en la vida que es como una aventura. Como dice la Biblia acerca de Abraham y Sara, todo discípulo de Cristo es como un extranjero y un peregrino sobre la tierra, epístola a los Hebreos 11:13 “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra”, o epístola a los Hebreos 13:12-14 “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir”. En esta peregrinación Dios nos preserva, en todo momento, para un propósito que no entendemos totalmente por medio de una ayuda inesperada. Esta visión providencial de la existencia, en la que Dios sale siempre a nuestro encuentro para protegernos, incluso cuando nosotros no nos damos cuenta de su ayuda y no podemos encontrar un patrón lógico en lo que nos sucede, es lo que puede ilustrar, finalmente, El Hobbit. Dios puede usarnos para alguna misión (aunque esto resulte inesperado y sorprendente) y conducirnos de vuelta a nuestro hogar. Y aunque, obviamente, no aparece hasta la conclusión del cuento, Tolkien parece señalar a una especie de "guía" en El Hobbit. Así es como concluye la obra:

-¡Entonces las profecías de las viejas canciones se han cumplido de alguna manera! -dijo Bilbo.-¡Claro! -dijo Gandalf- ¿Y por qué no tendrían que cumplirse? ¿No dejarás de creer en las profecías solo porque ayudaste a que se cumplieran? No supondrás, ¿verdad?, que todas tus aventuras y escapadas fueron producto de la mera suerte, para tu beneficio exclusivo. Te considero una gran persona, señor Bolsón, y te aprecio mucho; pero en última instancia ¡eres solo un simple individuo en un mundo enorme!

-!Gracias al cielo! -dijo Bilbo riendo, y le pasó el pote de tabaco.

Artículo escrito por José Moreno Berrocal y publicado originalmente en esta página web el lunes 25 de febrero de 2013.