El movimiento evangélico español fue uno de los más activos motores en la movilización de la sociedad española contra la esclavitud en Cuba y Puerto Rico.
Se cumplen ahora ciento veinticinco años del llamado Desastre de 1898: la pérdida de los últimos restos del Imperio español de ultramar: Cuba, Puerto Rico y las Islas Filipinas. La profunda crisis que generó en España la desaparición de estas últimas colonias fue ampliamente reflejada por la llamada Generación del 98, a la que pertenecieron escritores tan relevantes como Unamuno, Carmen de Burgos, Valle-Inclán, Benavente, Blasco Ibáñez, Gabriel y Galán, Asín Palacios, Pío Baroja, Azorín, Consuelo Álvarez Pool, Manuel Machado, Antonio Machado y Concha Espina entre otros nombres destacados de nuestra literatura.
El viernes 10 de febrero, la Sexta Columna recordaba esta efemérides aludiendo a un fenómeno ampliamente ignorado en España hasta nuestros días: el esclavismo español, concretamente el hecho de que España siguió traficando con esclavos hasta finales del siglo XIX, cuando en EEUU o Inglaterra ya estaba prohibido. De hecho, la esclavitud pervivió en Cuba hasta pocos años antes de la guerra con los EE.UU. En concreto, fue abolida oficialmente el 7 de octubre de 1886. En Puerto Rico, fue abolida incluso antes, el 22 de marzo de 1873. El programa desvela el abundante uso que se hizo de mano de obra esclava negra en las plantaciones de caña de azúcar en Cuba. Se cuenta como se amasaron así inmensas fortunas que acabaron beneficiando a determinadas élites familiares en la España peninsular. El programa contó con muchos destacados especialistas en el tema como por ejemplo Martín Rodrigo, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Pompeu Fabra, José Antonio Piqueras, autor de Negreros y catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Jaume I, o Nayibe Gutiérrez, doctora en Historia de América de la Universidad Pablo de Olavide que dice que: "Hay interés por ocultar esa parte de la historia". Es adecuado que esta oscura página se abra para que seamos plenamente conscientes de todo lo malo, que hay en nuestra convulsa historia nacional.
Pero, habiéndose hecho eco de lo malo, habría resultado instructivo, igualmente, una referencia a lo bueno de nuestra historia nacional. Me refiero a las personas que lucharon por la abolición de la esclavitud en España desde principios del siglo XIX. En la última parte de ese siglo es destacable la labor de eximios protestantes, entre otros, el pastor malagueño Antonio Carrasco y el puertorriqueño Julio Vizcarrondo Coronado que fundó la Sociedad Abolicionista Española en 1865. Desde el primer momento esta Sociedad publicó el periódico El Abolicionista dirigido por el mismo Vizcarrondo con el fin de dar a conocer sus ideas abolicionistas.
A la misma pertenecieron ilustres personajes de la época como Emilio Castelar, José de Echegaray y Nicolás Salmerón entre otros. Con el tiempo se añadieron otros personajes ilustres de la época como Francisco Giner de los Ríos, el fundador de la Institución Libre de Enseñanza. Nuestro querido amigo y gran historiador recientemente fallecido, Gabino Fernández Campos ya se hizo eco de la imponente figura de Vizcarrondo en un artículo que apareció en la revista IDEA de la Alianza Evangélica Española en 2007. Gabino, igualmente, es el que rescató las palabras con las que Benito Pérez Galdós saludó el nacimiento del periódico antiesclavista: “El Abolicionista se ha lanzado a la arena pública. Su misión es grande. El mayor de los crímenes de la sociedad moderna tendrá en esta publicación un continuo fiscal; los infelices negros que en las Antillas españolas vegetan encadenados a la tierra, verdaderas máquinas al servicio de la codicia de los propietarios que regularizan sus movimientos con el látigo, tienen en él un perpetuo defensor, una voz que con admirable elocuencia pública incesantemente a los libres de Europa la afrenta y la ignominia de los esclavos de América... El nuevo periódico hará fortuna, y nadie le disputará en lo futuro la gloria de haber defendido tan justa causa, ni las bendiciones de los esclavos, que algún día saldrán de la abyección y el letargo, adquiriendo con la libertad una nueva vida”.
Vizcarrondo desplegó una intensa actividad pública en otras muchas áreas. Defendió la libertad de culto y de conciencia en unos momentos en los que España seguía siendo oficialmente católico-romana. Fue diputado a Cortes por el distrito de Ponce de Puerto Rico. Ejerció una notable labor humanitaria a favor de los más desprotegidos, siendo, por ejemplo, uno de los fundadores del famoso Hospital del Niño Jesús de Madrid. Reseñando la obra de José María Piqueras: La esclavitud en las Españas. Un lazo trasatlántico, la doctora María Margarita Flores Collazo de la Universidad de Puerto Rico rescata la apelación de Vizcarrondo como el Wilberforce español ya que la vida de Julio Vizcarrondo Coronado guarda sorprendentes parecidos con la del gran abolicionista inglés.
Y es que ambos emprendieron su denodada batalla contra la esclavitud desde el decisivo impulso que les proporcionó su experiencia evangélica de conversión. En el caso de Vizcarrondo llegó a la fe evangélica a través de su mujer Henriette Brewster y Cornell de Filadelfia. Con respecto a la influencia de Wilberforce y sus aliados parlamentarios en Vizcarrondo, podemos apreciarlo en una referencia que hace Vizcarrondo a los mismos en 1866: “el grito de indignación contra el comercio de seres humanos que había lanzado en las Cámaras inglesas un puñado de hombres virtuosos, encontró eco en el corazón de algunos esforzados varones en las gloriosas Cortes de Cádiz; y dos hombres, cuya memoria venerarán por siempre los admiradores del saber y la virtud, los señores Alcocer y Argüelles, presentaron proposiciones tendentes a la abolición de los esclavos. Desde entonces acá, todos los países que manchaban su honra nacional con tan grande injusticia, han desagraviado al Cristianismo y a la civilización lavando de su frente tamaña lepra; sólo España persiste en el error y la injusticia”.
Otro gran historiador del protestantismo español, Juan Bautista Vilar, comenta que: “Vizcarrondo desplegó inagotable actividad en los más diversos ambientes sociales, políticos y literarios a favor de la abolición de la esclavitud en los dominios españoles donde todavía subsistía. Para ello, organizó innumerables ciclos de conferencias, cursos, jornadas, mítines y certámenes. Entre estos últimos, destaca el concurso poético celebrado al poco de su llegada, en 1864, y que ganó Concepción Arenal, tras el cual se publicaron las aportaciones de los concursantes en un volumen rotulado El Cancionero del Esclavo”. Escribiendo en el periódico protestante La Luz, Vizcarrondo afirmaba que “La esclavitud es una institución inicua que el Evangelio condena. La esclavitud de los negros es el gran crimen de España y su castigo. Nosotros, como cristianos y como españoles, debemos protestar de esta abominable institución que deshonra a nuestra patria a los ojos de todos los pueblos cultos. En los momentos actuales en que tantos ataques se dirigen a las reformas de Puerto Rico, entre las que va envuelta la abolición de la esclavitud, hemos creído conveniente dirigirnos a todos los cristianos evangélicos de España, y en particular a los pastores que están al frente de las iglesias cristianas, para suplicarles que eleven exposiciones a las Cortes pidiendo la abolición de la esclavitud”. Fernández Campos, asimismo, nos recuerda la labor abolicionista del pastor evangélico Antonio Carrasco. Orador infatigable contra la esclavitud, tuvo como cauce de expresión escrita La Luz, que fundó y dirigió. Este medio “informaba puntualmente actividades antiesclavistas, publicaba resúmenes de los discursos e incluía poemas, como el de su edición del 23 de abril de 1870, titulado “Jesucristo condenando la esclavitud”.
Estaríamos, pues, ante dos graves incurias. Por un lado, el olvido de nuestro turbio pasado esclavista como nación: en este sentido, me impresiona la afirmación de Martín Rodrigo: “A lo largo de la historia de Cuba, casi un millón de africanos fueron esclavizados, más del doble de los esclavos que llegaron a Estados Unidos”. Me impacta este dato porque si sabemos de la esclavitud en los EE.UU y si sabemos de Abraham Lincoln. Pero, que poco hemos sabido, hasta ahora por lo menos, del esclavismo español. Y, por otro, me parece muy relevante el hecho de que fue el incipiente movimiento evangélico español uno de los más activos motores en la movilización de la sociedad española contra la esclavitud en Cuba y Puerto Rico. Llama poderosamente la atención que no se reconozca entre nosotros esta destacada labor evangélica española contra la lacra de la esclavitud. Pero es fundamental, a mi modo de ver, percatarnos del amplio contexto histórico en el que se desarrolla el movimiento antiesclavista a nivel mundial.
Este no es otro que el de los grandes avivamientos evangélicos de los siglos XVIII y XIX. El movimiento abolicionista español es un fruto más de los grandes avivamientos evangélicos de esos siglos. En el mismo centro de esos avivamientos estuvo la doctrina de la salvación por la sola gracia de Dios. La gracia de Dios que es la soberana iniciativa de Dios de salvar a aquellos que no merecen nada de su parte, sobre la base de la Persona y la Obra de Jesucristo en la cruz. Como dice Pablo: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;no por obras, para que nadie se gloríe”, Efesios 2.8,9. El gran himno Sublime Gracia compuesto precisamente por un capitán de barco negrero convertido al evangelio, John Newton, resume perfectamente el mensaje de los avivamientos: Dios salva a los perdidos por pura gracia. Y es precisamente esta experiencia del poder salvador de Dios en Cristo lo que conduce a una vida de lucha contra el mal en todas sus formas y manifestaciones. Y no solo contra el pecado que mora en mí, sino contra toda forma de pecado que oprima a mi prójimo y con respecto al cual se pueda y se deba hacer algo. Esto explica la denodada lucha evangélica contra la esclavitud: es el desarrollo de un espíritu cívico que busca el bien de todos. Es el impacto transformador de la salvación por la gracia de Dios la que explica las vidas de personas como John Newton, William Wilberforce, Antonio Carrasco o Julio Vizcarrondo. Su ejemplo de compromiso por el bienestar público deber motivarnos a nosotros también hoy. La pregunta es ¿Has conocido tu esa gracia de Dios en Cristo? Pero también ésta otra: ¿Cómo impacta la gracia de Dios en tu forma de vida en la sociedad?
Artículo publicado con permiso del autor José Moreno Berrocal. Se divulgó por primera vez en Protestante Digital el día 14 de febrero de 2023